El fantasma...
Mi alma se enamoró de un fantasma... De un espíritu penante, sombrío y melancólico, que de vez en vez deambulaba por sus pasillos... Gimiendo dolorosamente, lamentándose de su triste andar, de su vagar errante por la vida. Su llanto hizo eco en mi alma solitaria... Y su dolor anidó en mi corazón, quien compadecido le abrió los brazos y ofreció consuelo.
Enjugo sus lágrimas y le quiso acompañar en su camino... ¡Y mi alma me dejó para seguir al fantasma! Cada amanecer, mi alma cortaba una flor de su más preciado jardín, que había cuido durante mucho tiempo, y se la regalaba al fantasma, con una sonrisa, con una esperanza...
¡Con ilusión de un día iluminar la triste silueta de su compañero, de cambiar su apariencia sombría y desaliñada...!
Cada amanecer, mi alma conmovida de ver las pesadas cadenas que arrastraba el fantasma, jubilosa extendía y agitaba sus blancas alas, aventurándose al cielo... ¡Al sol regresaba con un pedazo de fuego, el cual frotaba con sus manos laceradas, en las cadenas intentando romperlas, mientras lloraba de desesperación con cada nuevo intento, pero el fantasma seguía aún prisionero!
Por las noches, mientras el fantasma inconsciente dormía, agitándose en sus pesadillas, en su dolor...
Mi alma combatió la más dura de las batallas contra los huestes infernales, que querían arrebatarle a su fantasma, para llevarlo prisionero por siempre a aquel oscuro abismo de desesperanza y dolor sin retorno... Al amanecer con la luz del sol, ella regresaba cansada de la lucha, maltrecha y herida... Pero aún con una sonrisa en su cara por verlo despertar, por sentir la satisfacción de tenerlo aún con ella, de saber que no se lo arrebataron...
El fantasma solo le miraba a los ojos con un mirar vacío, seco y carente de calidez, de esperanza... Mi alma queriendo abrazarlo y confortarlo abría sus brazos, pero solo obtenía aire y vacuidad entre ellos... Pues el fantasma siempre se desvanecía... Dejándole triste y desconsolada.
Más el alma era rebelde e inquebrantable, y cada día luchaba con nueva fe y esperanza por la libertad y alegría de su ser amado...
De aquel sombrío fantasma que un día la enamoró. Un día al amanecer, mi alma regresó a casa con su amado fantasma, pero al intentar extender sus alas gimió de dolor y tristeza, al ver que ya no existían... ¡Se las habían cortado en una de sus batallas en el infierno! ... ¡Ya jamás volvería a volar! ...
Se miró en el espejo y se dio cuenta que cada vez se parecía más al fantasma... La tristeza y vacío que vio en sus ojos no los pudo soportar y corrió ansiosa hacia su jardín preferido, con la esperanza de que la belleza de la variedad y el colorido de sus flores le devolvieran el brillo a sus ojos... Pero solo se encontró con un terreno vacío e infértil... ¡Ya no había ni una pequeña flor en su jardín, todas las había cortado!
Entonces, se dio cuenta que estuvo tan preocupada por alegrar al fantasma, que nunca se acordó de plantar y cuidar su jardín nuevamente... Triste y desconsolada buscó refugio en su fantasma, un poco de consuelo para su corazón quebrantado. Se acercó al fantasma para abrazarlo, pero éste se desvaneció y solo abrazo al viento... Entonces mi alma ingenua comprendió que solo había amado a un fantasma, un ser tenue, sombrío y sin vida, que deambulo por sus pasillos y corredores...
Un vacío enorme al cual le dio posada y quiso llenar, pero solo dejo aire en sus manos maltrechas, un día mi alma regresó a mí llorando, triste y desconsolada, se recostó en mi hombro y me dijo: ¡Allá afuera hay muchos fantasmas, vagando en busca de almas que les den consuelo, pero son tan pocas las almas que quedan!… ¡Y tan vacíos están ellos, que es muy arriesgado intentarlo, no vale la pena pensarlo...!
Entonces yo le sonreí, limpié sus lágrimas, mientras depositaba una pequeña semilla en sus manos y le dije: ¡Vale la pena intentarlo nuevamente!... ¡Tu jardín volverá a florecer, tus alas crecerán otra vez, aún más hermosas que antes, y volverás a volar! pero nunca olvides esto: No te conviertas en un fantasma errante y vació como ellos, se siempre hay un alma libre y llena de amor para dar...
Porque ellos una vez fueron almas hermosas... Pero perdieron la fe y el amor y ya nunca quisieron volar... Un día mi alma voló de nuevo en su jardín... ¡Y ese día yo comencé a escribir nuevamente!